Teresa, la soledad es un viajero. Yo no puedo hablarte de la sole sino de las soles que me acompañan. Creo que a cada uno le acompañan muy distintas soledades… las que tienen que ver solo contigo, la que tiene que ver con los demás y la que encarnan a personas concretas.
Un dia se fue mi padre, y un tiempo después vino a visitarme una sole fea, pequeña, envejecida, arrugada y muda. Creo que casi invalida por lo poco que se mueve o evoluciona pero segura de si misma y es muy incómoda, viene y va, aunque creo que tan solo se esconde, que no se va del todo, e intuyo que al final seremos casi amigos y quizás se quedará siempre…con o sin permiso.
Hay otra soledad que es preciosa, aunque casi ficticia, es la sole del contrato, con la que he pactado cuando puede venir, y cuando no, sabe que solo cuando la llame viene y entonces me acompaña y tenemos un bonito romance. Me ha acompañado en mi vida varias veces y nos llevamos fetén.
Pero hay otra que da miedo que aterra y que sin saberlo se cuela en las entrañas de la sociedad, de cada uno, y nos visita en algún momento. Se convierte en el gobernante del barco, el que maneja el timón, y nos impulsa a hacer cosas, acciones que creemos que nos liberan pero que solo nos llevan a que sole se sienta mejor, se instale mejor, se crezca o se haga mayor. Nunca hay que perderle de vista porque ella sabe que volverá cuando hayas olvidado como aprendiste a hacer que se fuera.
A esta, ahora no le tengo miedo, pero se lo cosas, la recibo, paso con ella un rato, pero se da cuenta que es débil o a lo mejor se da cuenta que aún no olvidé la última lección que me dio.
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